Nada le hizo más daño al sistema universitario peruano que la liberalización perpetrada por Fujimori, con el aplauso de la élite económica del país. Ésta vio en esa decisión la salida perfecta para desprenderse de instituciones que siempre asumió como hostiles. Como la élite ya no manda a sus hijos a la universidad pública hace muchísimo tiempo, aplaudieron sin rubor esta colosal sacada de cuerpo.
Las consecuencias ya las conocemos: se generó un sistema de estafa institucionalizada de venta de cartones. La élite aplaudió este desastre como si de un logro se tratara. Después de todo, y nunca hay que olvidarlo, sus hijos seguían yendo a estudiar al extranjero y a ese par de universidades privadas capitalinas en las que centran su argolla. Con ellos no era. A las universidades-chifa y a las públicas iban los cholos, los provincianos. ¿Por qué se iban a preocupar?
He ahí la razón de por qué se opusieron con tanto fervor a la Ley universitaria, cuyo sentido fundamental, aún largamente incumplido, estribaba en renovar el compromiso estatal con la universidad pública. Sin embargo, como suele suceder con las leyes que carecen de apoyo institucional y político, el abandono se mantuvo más o menos en los mismos términos. SUNEDU se volvió un ente desconectado de la realidad, plagado de funcionarios que, desde la natural distancia que implica provenir de esas universidades capitalinas argolleras que mencionábamos, creyeron que las universidades chifa eran la causa del problema (y la medicina era cerrarlas), y no el síntoma de un problema mayor: el abandono de la universidad pública.
De esta manera, SUNEDU se volvió un instrumento de generación de nuevos mercados. La élite económica vio la idea de negocio caer por su propio peso. Si las universidades públicas siguen abandonadas, con cúpulas corruptas que el Estado no parece interesado en erradicar, y, por otro lado, las universidades chifa ya no estarán ahí para cubrir esa demanda, ¿a dónde se irán todos esos provincianos? Bingo.
Y así fue como se abrió otro episodio de este histórico aprovechamiento del abandono estatal por parte de la clase empresarial peruana. Los mismos carroñeros que lucran con la salud, los que viven muy bien con tu plata de las AFP, los que en plena pandemia esconden los medicamentos, los que aplauden los recortes laborales, los dueños del monopolio de la prensa basura, los que con su actividad minera convirtieron a Cajamarca, Junín, Pasco, Apurímac o Huancavelica en las regiones más pobres del país, los que te ajustan el cuello con los intereses bancarios. Esos mismos pillos ahora quieren venderte el cuento de la supuesta calidad que su compinche SUNEDU pregona.
Y la universidad pública, desde luego, siguió muriendo.
Lo que SUNEDU busca implementar no es licenciamiento. Es cosmetología. La superintendencia conoce el sistema público universitario y su diagnóstico. Lo conoce tan bien como un oncólogo a un paciente con cáncer terminal. Y a pesar de ello, en lugar de entrar por emergencia a cirugía, ve el mal en su paciente y aplica maquillaje al carcinoma. Así, desde este punto, SUNEDU pareciera presentar cierto trastorno parafílico. Se obceca en priorizar estándares tan secundarios como decorativos; llámese materiales, organigramas, aulas, flujogramas, cafetines, carpetas, etc.; antes de atender la cuestión de vida o muerte de su paciente: LA METÁSTASIS GENERALIZADA DEL TEJIDO DOCENTE. Tejido docente que, tanto en su rol formativo como directivo, se encuentra necrosado o corrupto y es hoy la causa más importante de la implosión de todo el sistema universitario. Y es que la cuestión vital de la universidad no es de naturaleza epidérmica sino que su origen se aloja en la mismísima médula. ¿No entiende (o quiere desentenderse) la SUNEDU que para la educación no son imprescindibles muros o retretes, (como el caso de las escuelas low-cost en Nigeria , las cuales son versiones económicas de escuelas europeas) sino más bien, auténtica docencia? ¿No entiende la SUNEDU que lo realmente basal para una universidad es purgarse de una apócrifa clase docente que hoy coopta cátedras, estafa a estudiantes y parasita arcas? ¿Se encuentra tan aislada la SUNEDU de su realidad que no entiende que, sin auténticos maestros, una universidad licenciada solo es una pésima mentira sin ningún propósito? ¿Acaso no sabe la SUNEDU que es mil veces preferible estudiar en una choza con los maestros que en un palacio con necios? Pero SUNEDU sigue con la cosmetología para su paciente terminal y sus burócratas, en indolente divorcio de su entorno, descansan en su spa ministerial. Y el cadavér, ay, ay, siguió muriendo.
A inicios de este mes, SUNEDU se ha vuelto su más grande enemigo. Perpetrando la mayor incoherencia, de cuanta reforma tengamos registro, ha cometido una reculada de proporciones ciclópeas. SUNEDU HA DETERMINADO REGALAR 5 AÑOS DE GRACIA A LAS UNIVERSIDADES QUE ELLA MISMA SE ENCARGÓ DE CERRAR. Claro, tú dirás, genial, esto beneficia a la UNICA. Falso. La UNICA seguirá sin examen de admisión hasta el licenciamiento. Entonces si no son a las públicas ¿a quién beneficia? A las privadas que SUNEDU cerró. Las mismas universidades que señaló como no aptas para una educación de calidad o donde 3 de cada 10 egresados tendría un probabilidad de retorno negativo (Yamada y Lavado, 2018) o donde la superintendencia invirtió tiempo y recursos ingentes en clausurar. Allí mismo quiere enviar a los estudiantes. ¿Cuál ha sido la excusa? El COVID. Ya que según alega SUNEDU esto perjudica los procesos de traslado. Entonces, ¿Qué nos están queriendo decir? Pues que lo de calidad universitaria nunca le importó a SUNEDU y que los estudiantes ya pueden volver a la cochera donde estaba su universidad o a esa escuela de aviadores o a ese edificio de 5 pisos falsos que The Guardian llamo “a symbol of Peruvian university system”. Osea, en la recesión más grande de la historia, donde solo en nuestro país se plantea el cese de 800 mil puestos de trabajo (sólo el sector privado formal) y cuando hemos de registrar una caída del 12% (Banco Mundial, 2020) con EL MERCADO LABORAL MÁS COMPETITIVO DE TODOS LOS TIEMPOS (el mercado local se convertirá en “glocal” por la virtualidad y la digitalización), LA SUNEDU TROCA SU FÓRMULA Y DESECHA LA CALIDAD POR LA CANTIDAD. Es como sí a los egresados de estas universidades se le pidiera sobrevivir en medio de un incendio forestal con un chisguete con gasolina. Y mientras se arroga estas gracias al lobby de universidades privadas ¿Qué queda para la universidad pública de Ica? Nada. Porque todo fue por nada. Porque con este acto SUNEDU nos está notificando que SE GASTARON PARA Y POR NADA los 2 millones de la campaña “La tia brava de los universitarios”, los 11 a 12 mil soles para los sueldos de cada uno de sus funcionarios, los 26 millones de soles en consultorías externas durante el año 2017 o los 30 millones de soles que significa su planilla de más de 600 servidores y su gasto conjunto operativo. Todo este maremágnum de desprecio, despilfarro e incompetencia nos hace proclamar sin temor, que SUNEDU ES, HOY POR HOY, UNA ENTIDAD APOCRIFA y que es ella misma quién no posee licencia alguna. La licencia social que nosotros como ciudadanos hemos depositado ha de ser revocada a la vista de su accionar parcializado con un poder económico que usufructúa la miseria de nuestro presente y futuro. Porque cuando defraudas en educación, no peligra el presente sino el futuro mismo.
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